Oliveriogirondeando...

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NACIENDO

27.11.06

La Sagrada en mí


Corría Marzo del mismo. Por ese entonces me encontraba yo en una crisis sentimental, y ese vino barato que más que a uva sabía a kerosene, y los sorrentinos de domingo al medio día, me jugaron una mala pasada.
Llegó la noche, y con un movimiento inevitable de reverencia al sueño, puse mi cuerpo en reposo y mi cabeza sobre la fascinante almohada de mamá (que se vuelve mía cuando estoy de visita).
Despierta de pronto en la madrugada, supe que algo no andaba bien. Fui al baño y con desagradable gesto anoréxico, me esforcé por sacar todo lo que hubiera en mi panza.
Quemaba, ardía, dolía, hacía llorar. Tuve que hacer fuerza, para vaciarme, para no morirme. Todo pareció resuelto, cuando volví al calor de las muchas frazadas que me acunaban.
Yo les decía que no tenían que pelearse, que divididos en dos bandos no resolverían nada, no avanzarían. Y que además, que dejen de revolearse con cascotes y escombros, porque van a terminar destruyendo lo que ya fue construido!.
Y es que me hacían doler las tripas, y claro, con la fachada de la catedral pegada a mi abdomen, y el contrafrente sostenido en mi espalda... imaginate.
Gaudí no hubiera permitido que algo así suceda. En ese momento debe haber estado dando vueltas entre mis neuronas, o más en la zona de mi cerebelo, porque no estaba donde tenía que estar para poner un freno a semejante enfrentamiento estomacal.
Cuando desperté, Melfi ya se había enterado de lo que me pasó aquella madrugada. Me dijo: si necesitan otro arquitecto, avisame.

1 comment:

Diluvio said...

Así murió Gaudí: por no fijarse que pasaba atras suyo.